Comprar por comprar


     ¿Quién no ha tenido un teléfono móvil que, ante un leve golpe en la pantalla parece que ésta haya sido arrasada por un tsunami?. Si nunca te ha pasado a ti, estoy segura de que conocerás a alguien a quien sí... Aunque para verdadero golpe el que te meten en el bolsillo cuando lo llevas a la tienda para repararlo y te dicen que tiene un coste de 150€, cuando el móvil te costó casi 300€. Lo mismo ocurre con ordenadores, tablets, impresoras o cualquiera de los miles de productos que están en el mercado. Especialmente los relacionados con la tecnología y electrónica. Los cuales, cada día tienen una duración más corta, para asombro de muchos consumidores. Son muchas, las voces que se están elevando contra el gran problema que tenemos encima, y que muchos/as no saben, la famosa “obsolescencia programada”. Sin darnos cuenta, comienza a influir y afectar a nuestra sociedad de una manera económica y psicológica. Hemos entrado en una vorágine de comprar, usar y tirar. Y a la larga, puede llegar a crear adicción. Creer que tenemos la necesidad de hacernos con cualquier producto sin ni tan siquiera hacernos falta realmente.
     ¿Qué es, exactamente, la obsolescencia programada?. Se trata del acortamiento de la vida útil de un producto calculado por el fabricante con el propósito de que sean renovados constantemente. La obsolescencia programada surge en el año 1932. Empresas como Phillips o General Electric pactaron reducir el tiempo de uso de sus bombillas para que así subieran las ventas. Desde entonces, este problema ha ido aumentando y afortunadamente han surgido movimientos ciudadanos que ante estas situaciones han llevado a empresas a los tribunales. Un ejemplo es Apple, que ha recibido varias demandas de varios países, incluida una demanda de España, de consumidores de Facua por “obsolescencia programada”,(1) En dicha demanda se denuncia a la empresa californiana de provocar intencionadamente acortar los iPhone más antiguos, con el propósito de motivar la adquisición de sus últimos terminales.
    La ciudadanía empieza a estar preocupada por tener que desechar productos que presentan mínimos fallos, pero que los inutilizan para su uso. La OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) recibe diariamente reclamaciones por casos de productos, algunos de ellos de un coste bastante elevado, que quedan fuera de servicio en un tiempo mínimo, en muchos casos cuando la garantía ha finalizado. Por este motivo, la OCU, propone una campaña de movilización “larga vida a lo que compro”(2) con la máxima intención de reunir el mayor apoyo de los consumidores, y así poder conseguir un modelo económico más estable y poder terminar con la obsolescencia programada. Conseguir una legislación donde obligue a las empresas que sus productos sean más duraderos y reformables.
      Según la OCU, la obsolescencia tiene un precio doble para el propio consumidor. Por un lado, está el coste que tiene para la economía de los consumidores. Y por otro, el impacto medioambiental que ocasiona, no solo la producción masiva de aparatos que van a sustituir a otros que deberían seguir en su pleno funcionamiento, sino los elevados niveles de residuos que se están generando. Ya alcanzan a los residuos de envases de plástico, pero con una gran diferencia, los residuos de aparatos electrónicos y eléctricos son mucho más peligrosos para la salud pública si no se tratan adecuadamente. Estos aparatos están compuestos por elementos tóxicos,”como el plomo, cadmio, plata, cobre, antimonio, níquel y el mercurio entre otros”(3) .
       Según el último informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, “en el mundo se generan 40 millones de toneladas de basura electrónica al año y se calcula que el volumen de la chatarra electrónica está creciendo entre un 16% y un 28% cada cinco años, el triple que la basura domiciliaria.”(4). Esta situación también está generando que los países más pobres sean los más perjudicados, puesto que han encontrado en el reciclaje un medio de vida que desgraciadamente conlleva un alto riesgo para su propia salud.
     Concluyendo, hay que concienciar y sensibilizar a la sociedad. Desde los más pequeños/as, empezando en casa y siguiendo en los centros educativos hasta los más adultos, con campañas de sensibilización. No debemos entrar en ese círculo vicioso en el que las grandes marcas nos quieren atrapar. Tenemos que cuidar nuestro planeta, aprendiendo a reciclar y no depositando la basura en cualquier sitio. La tarea más difícil es sensibilizar a los propios fabricantes tecnológicos que deben buscar medidas alternativas con el medio ambiente.
      Cuidar nuestro planeta no es un trabajo de unos pocos , es una labor que nos corresponde a todos los habitantes.
     El vídeo que expongo nos explica brevemente el grave problema que es la obsolescencia programada para nuestra sociedad.


(1) Bracero, F. (2018); De la obsolescencia a… ¿la vigencia?, La Vanguardia, Recuperado de: https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20180611/452900264/iphone-o
(2) Menini, D, (2018), De la obsolescencia a… ¿la vigencia? Recuperado de; https://comosevende.net/2018/06/11/de-la-obsolescencia-a-la-vigencia
(3) Bracero, F. (2018); De la obsolescencia a… ¿la vigencia?, La Vanguardia, Recuperado de: https://www.lavanguardia.com/tecnologia/20180611/452900264/iphone-o
(4) Fundación Aquae, Residuos electrónicos::qué son y qué hacer con ellos; Recuperado de: https://www.fundacionaquae.org/wiki-aquae/otros/residuos-electronicos-que-son-y-que-hacer-con-ellos/ 



Comentarios

  1. Hola!! Acabo de leer tu entrada y creo que el problema es que hace mucho que hemos entrado en esa dinámica de comprar y tirar. Hace poco me pasó algo parecido con el móvil y cuando me planteé la reparación, el coste me pareció demasiado elevado y ahí sigo con la pantalla rota...Creo que los fabricantes se aprovechan, pero nosotros no tenemos ningún tipo de conciencia sobre los problemas que esto conlleva, ya no solo medioambientales, sino sociales/culturales, no le damos valor a nada, no pensamos en el esfuerzo que nos cuesta comprarnos algo, tiene una importancia poco duradera y esto deriva en otros problemas sociales por ejemplo con los adolescentes, quienes se están acostumbrando a tener de todo, ¿qué va a pasar cuándo sus padres no puedan dárselo? En cuanto a los problemas medioambientales, estamos muy poco concienciados, como a nosotros no nos afecta, miramos a otro lado, pero las enfermedades que generan esos contenedores a los países subdesarrollados me parece algo preocupante y al que poner medidas y solución: una de ellas dándole bombo y visualizando el problema, que no lo ignoremos por desconocimiento. Un saludo.

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